Para muchos de nosotros la palabra disciplina talvez se asocie a otra llamada castigo, la buena noticia, es que se puede lograr que un niño sea disciplinado como resultado de una formación temprana y respetuosa, a través de la interiorización, comprensión y socialización de beneficios. Como padres entendemos que la disciplina es importante, porque protege a los niños de los daños.
Cuando contamos con una formación desde casa y cimentada en los espacios escolares, el niño entiende que a través de la disciplina puede planificar su tiempo, recibir elogios por un trabajo bien hecho, establecer claras expectativas, fomentar su creatividad, exponer con calma las consecuencias de sus actos y lograr planificar sus actividades escolares, deportivas, culturales y de reforzamiento como puede ser el aprendizaje de otro idioma y tantas otras que aportar a su vida y formación como ser humano.
Cada niño es único, tiene su propio mundo, es por eso que a la hora de hablar de disciplina no podemos aplicar la misma fórmula en cada niño, incluso depende de cada familia y de la diversidad de estas. El niño necesita autoridad, pero también necesita amor y sobre todo del ejemplo de sus padres para orientarse en su camino hacia la autonomía. Padres, hay que ser consecuentes con lo que digo y con lo que hago, nuestros hijos son nuestro reflejo, en sus primeros años de vida, son casi una imitación de papá y mamá mientras se van formando, si digo mentiras frente a mis hijos, no puede exigir que luego digan la verdad, pues casi sin darnos cuenta, hemos aprobado algo que no está bien frente a ellos….un dato importante es que la palabra «disciplina» (enseñanza, educación) viene del latín disciplina, derivado de discípulos (discípulo). Especial atención con lo que hacemos o decimos porque nuestros hijos son nuestros discípulos.
Algunos tratados de psicología en la educación argumentan lo siguiente en cuanto a la disciplina:
- Proyecto de enseñanza a largo plazo.
- Expresión de amor y responsabilidad.
Como lo ha demostrado Baunrind ( 1972-1975 ) los estilos de cada familia, en especial la de los padres tienen un peso en la personalidad del niño en crecimiento. Los padres emplean diversos métodos de crianza, según la situación del niño, su conducta y la cultura. Los padres delimitan la autonomía del pequeño e instalan valores y autocontrol, en todas las actividades que llevan adelante como su curiosidad, iniciativa y aptitudes. Para lograr esta hazaña deben equilibrar los aspectos de control y calidez. Disciplinar al niño requiere fijar límites a su conducta y establecer reglas de convivencia.
La disciplina es una expresión de amor porque supone un gran trabajo y control personal, mantener la serenidad para guiar al niño sin faltarle el respeto, exige una gran responsabilidad porque el niño todavía no es capaz de controlar sus impulsos y no tiene un criterio para responder por sus actos.
