En la Academia Naval Almirante Illingworth sabemos que educar es una de las responsabilidades más grandes que tenemos como padres, docentes e inspectores. Sin embargo, encontrar el equilibrio entre autoridad y cariño no siempre es fácil. La clave está en aplicar disciplina con amor, un enfoque que permite formar niños y jóvenes responsables, seguros y con valores, sin recurrir al miedo ni a la permisividad excesiva.

La disciplina con amor es un modelo educativo basado en la firmeza y el afecto. No se trata de imponer reglas de manera autoritaria ni de dejar que los niños hagan lo que quieran, debe ser una oportunidad de aprendizaje y no un castigo que genere temor o resentimiento.
Para encaminar esta forma de enseñar a los niños les sugerimos estos principios que pueden ayudar a establecer esta dinámica.
Establecer normas claras y coherentes
Los niños necesitan una estructura de normas para el desarrollo de su autodisciplina, responsabilidad y para sentirse seguros. Por ejemplo, si se establece que el tiempo de pantalla es de una hora al día, se debe respetar ese límite sin excepciones constantes.
Educar con el ejemplo
Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Si queremos que sean respetuosos, debemos tratarlos con respeto. Si esperamos que sean responsables, debemos mostrar responsabilidad en nuestras acciones diarias.
Fomentar el diálogo y y escucharlos constantemente.
Cuando su hijo comete un error, en lugar de reaccionar con gritos o castigos impulsivos, es mejor hacer preguntas como: ¿Qué pasó? ¿Cómo crees que puedes solucionarlo? Esto les ayuda a reflexionar y a entender las consecuencias de sus actos sin sentirse atacados.
Aplicar enseñanzas en lugar de castigos
El castigo muchas veces genera miedo, pero no necesariamente enseña. En cambio, aplicar consecuencias lógicas ayuda a los niños a comprender la relación entre sus acciones y sus efectos. Por ejemplo, si un niño no cuida sus juguetes, la consecuencia puede ser que no reciba nuevos hasta que aprenda a valorar los que tiene.
Cuando se aplica la disciplina con amor, los niños y jóvenes desarrollan habilidades fundamentales para la vida, porque aprenden que sus acciones tienen consecuencias, además independencia y confianza en sí mismos, al tener la oportunidad de aprender y crecer a partir de sus experiencias.
La disciplina con amor es encontrar un punto medio donde las normas y el afecto se complementen. Los niños y adolescentes que crecen bajo este enfoque no solo son más responsables y respetuosos, sino que también desarrollan una autoestima positiva hacia la vida. Educar con amor y firmeza es el mejor regalo que podemos darles para su futuro.